Ministerio de Cultura. III. Otras disposiciones. Patrimonio cultural inmaterial. (BOE-A-2025-12045)
Resolución de 4 de junio de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, por la que se incoa expediente de declaración de «La tuna universitaria» como manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial.
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BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Sábado 14 de junio de 2025

Sec. III. Pág. 78441

Tanto la historiografía como diversos autores clásicos en sus novelas reflejan la vida
de estos estudiantes pobres a los que denominan sopistas o sopones, ya que los
estudiantes sin recursos acudían a comer la sopa que repartían a la puerta de los
conventos. Este término de sopista ha quedado siempre asociado a los tunos y se
representa en la propia indumentaria al coser una cuchara de palo al sombrero. Así
podemos decir, que los tunos eran percibidos como mendicantes, pícaros, jaraneros y
con cierto aire de hampones, aunque acogidos con agrado por parte de la sociedad
debido a las coplillas que cantaban.
Desde el siglo XVI y XVIII, las estudiantinas no solo disponían de su condición de
estudiantes con los beneficios implícitos en el fuero por ser estudiantes universitarios,
sino que además hacían uso de su condición de tunos, no solo para distinguirse del resto
de compañeros estudiantes, sino también para identificarse como artistas bohemios.
Fue en el siglo XIX cuando perdieron su lugar en la sociedad y, finalmente en 1834,
llegó la ley que suprimía las últimas reminiscencias del fuero y el uso del uniforme
escolar, aunque durante todo el siglo XIX se pueden ver escritos, pinturas y grabados, de
los viajeros europeos donde aparece la imagen anacrónica de los estudiantes.
Con la Orden de 28 de febrero de 1839 se daba vía libre al asociacionismo,
apareciendo sociedades artísticas y recreativas como los liceos, ateneos o círculos
literarios. En el seno de estas asociaciones, y vinculadas al carnaval, empiezan a
aparecer las «estudiantinas» y orquestinas de pulso y púa dirigidas por músicos, y que,
por motivo de los viajes a Iberoamérica, empiezan a surgir también allí. Eran réplicas
románticas de las tunas de antaño, con una mezcla del hábito escolar con una estética
del Siglo de Oro anacrónico.
El movimiento romántico del siglo XIX y el sentimiento de pérdida que atravesaban a
los estudiantes, hicieron renacer esta tradición. Los estudiantes se organizaron en
comparsas de Carnaval y se ataviaron con la imagen de los antiguos sopistas. La
primera mención a estas agrupaciones la vemos en la prensa salmantina de 1852.
El auge de estas formaciones y el asentamiento de la universidad moderna propicia
el nacimiento de las nuevas Tunas, bajo la denominación de estudiantinas seguidas del
gentilicio genérico. Se instituyen con cierta estabilidad y están compuestas por
estudiantes, licenciados y músicos jóvenes, con director musical y un presidente
honorario. Funcionan como orquestas actuando en todo tipo de eventos dentro y fuera
de España, utilizando además las fechas del carnaval para organizar los primeros
concursos de estudiantinas, origen de los actuales certámenes de tunas. Fue una etapa
dorada para la Tuna, donde se convertirá en un modelo social prestigioso y elitista. La
Tuna tiene una organización perfectamente estructurada, con una junta directiva que le
otorga reconocimiento social ante las instituciones. Estaban formadas por un gran
número de miembros y realizaron una importante labor benéfica.
Tras la Guerra Civil Española comienza una nueva etapa para estas formaciones,
con la creación de titulaciones, donde irán apareciendo nuevas Tunas adscritas. Cae en
desuso el bicornio y aparece la beca como ornamento distintivo de la facultad/
universidad y la diferenciación entre el veterano y el novato. Las Tunas tienen que
registrarse en el Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU), a través del Servicio
Nacional de Tunas. Se ejercerá control sobre el propio funcionamiento de las Tunas y
desaparecen las Tunas mixtas que empezaron a darse en el momento previo a la Guerra
con la incorporación de las mujeres a las aulas de estudio. Durante los años de
franquismo, las Tunas serán eminentemente masculinas, apareciendo de nuevo las
mujeres en Tunas mixtas y femeninas tras la instauración de la Democracia en 1978.
Con la Democracia, se recupera el espíritu de la estudiantina de carnaval con una
organización interna y vinculada a la Universidad Española. La Tuna comienza a salir a
lo largo del año y reaparece la figura del aprendiz de artes tunantescas. Todo esto hace
que, durante los años ochenta y noventa del siglo XX, la Tuna experimente un auge
espectacular, motivado por la creación de universidades y facultades, el gran
reconocimiento y popularidad de la que goza la Tuna en los estamentos sociales y
educativos, la aparición de la Tuna en la televisión, la proliferación de los certámenes y

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Núm. 143