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Bien de interés cultural –  Resolución de 13 de junio de 2025, de la Dirección General de Patrimonio Cultural y Oficina del Español de la Comunidad de Madrid, para la incoación del expediente para la declaración como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Inmaterial de la Comunidad de Madrid, del Cocido Madrileño
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BOCM
B.O.C.M. Núm. 152

BOLETÍN OFICIAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID
VIERNES 27 DE JUNIO DE 2025

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comerse, del lugar y del ritual previo y posterior que lo acompaña. De forma esporádica salen en
la prensa relatos más o menos elaborados en los que un noble o rico desea el humilde cocido
del albañil y su esposa.
Los problemas de suministro y el encarecimiento de la vida serán constantes para la población
madrileña poniendo en “peligro” la comida más popular, el cocido. En un artículo del Pensamiento
español de 1864 se dice lo siguiente: “El secular cocido de Madrid, ha tenido que suprimirse: los
garbanzos son ya artículo de lujo, que sólo pueden llegar a la mesa del potentado. El garbanzo,
que hace dos años se compraba á 16 cuartos, hoy no se adquiere sino á 26”.
En las obras gastronómicas del siglo XIX, de las que hay mucha variedad, destaca ya la
publicación de los modos de aprovechamiento del cocido, lo que explica la identificación de este
plato como “arreglo de la casa” al permitir a la familia comer varios días.
El cocido madrileño, ya considerado como plato popular madrileño, entra a formar parte de la
jerga popular y aparece en la prensa como sátira. Asimismo, los juegos de palabras, los tropos,
tienen al cocido y a los garbanzos como protagonistas en las dialécticas de la prensa. Además,
en la vida familiar y cotidiana o incluso en la prensa, se les denomina con apelativos más cortos
o con sinónimos provenientes del habla más castiza, como el cocido, el coci, los gabrieles, los
trompitos o directamente el puchero o la olla.
Ángel Muro, uno de los grandes articulistas y difusores de la Gastronomía, aunque más conocido
por su obra El Practicón, aporta en el libro Diccionario de la Cocina de 1892 dos recetas de
cocido madrileño dependiendo de la capacidad económica o de si se trataba de una ocasión
festiva u ordinaria.
En la prensa diaria y sobre todo en las revistas ilustradas de finales del siglo XIX y principios del
XX, los periodistas irán describiendo distintos tipos de cocido, creando distintas categorías según
los comensales, el número de ingredientes o la calidad y cantidad de cada uno de ellos. Había
un cocido humilde para obreros y estudiantes, que quedaba reducido a garbanzos, carne, tocino
y patatas o una verdura. También un cocido ilustrado para los más pudientes con embutidos
serranos, jamón de Trevélez y despojos de gallina. Tendría relación este cocido con la distinción

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que estableció Ángel Muro en su Diccionario entre cocido ordinario y extraordinario, o cocido de